Carolina De Saro
Como un buen par
Las amigas son como los zapatos, un buen par es difícil de encontrar. Las hay en todos lados. A lo largo de la vida nos vemos en la necesidad de tener diferentes tipos y cumplen con diferentes funciones. Todas son irremplazables y, como para muchas mujeres, son una parte muy importante de nuestras vidas.
Existen las botas, que son las amigas todo terreno, nos ayudan a dar pasos firmes y seguros en situaciones difíciles, montañosas o arenosas. Las pantuflas s, las que siempre nos reconfortarán, nos harán sentir cómodas, como en casa. Los tacones, las amigas que siempre están listas para las fiestas, los eventos importantes y las grandes hazañas. Están llenas de diversión y con ellas pasamos ratos memorables. También, están los tenis, aquellas amigas que nos ofrecen soporte y comodidad, Nos acompañan en recorridos largos y, a veces, cansados. Siempre nos impulsan a seguir adelante, dar nuestro máximo esfuerzo y nunca rendirnos. Las sandalias, las amigas de espíritu libre, relajado, sin preocupaciones. Ellas nos enseñan que en la vida no todo es formal ni rígido. Te muestran una forma de existir más holística. Y, mis zapatos favoritos, los bostonianos. Se ven bien con cualquier conjunto, muchas personas no los tiene, pero a mí me encantan. Son elegantes y cómodos, son diferentes y resaltan y te dan un toque diferente.
Sé que yo no podría vivir sin ninguno de estos zapatos porque todos aplican para situaciones diferentes. Ellos son los que me sostienen, me protegen y me levan a todos lados. Son irremplazables y han representado una búsqueda exhaustiva, por esto, hay que cuidarlos, limpiarlos, usar todos de vez en cuando y siempre tener presente que un buen par es difícil de encontrar.

Carolina De Saro
San Juan Chamula
Estas vacaciones fui hasta Chiapas con mis papás. Según yo, no había muchas cosas que ver, pero me sorprendió la riqueza cultural, histórica y natural del estado. Llegamos a Tuxtla Gutiérrez y, de ahí, nos fuimos en coche a San Cristóbal de las Casas. Estuvimos solamente dos noches en el hotel que habíamos reservado ya que, de acuerdo con mi mamá, el colchón donde dormía olía a pipí. Por lo tanto, tuvimos que cambiarnos de hotel. Un taxista nos ayudó a hacer esto ya que teníamos que mover maletas de lugar y debido al empedrado era imposible hacerlo a pie.
Carlos, el taxista, nos ofreció llevarnos a San Juan Chamula y a Zinancantán y accedimos a ir con él. Cuando íbamos hacia el primero lugar, Carlos nos platicó un poco de la historia de ese pueblo mas no aundó en detalles para que nuestra experiencia fuera única y así lo fue.
San Juan Chamula es un pequeño pueblo que se rige por medio de usos y costumbres. Tienen su propia organización y ni el gobierno ni la policía tienen poder sobre ellos. Es muy feo, a mi parecer, pero la visita a la iglesia hace que el trayecto valga la pena.
Tras mucho tiempo de trabajo y lucha los habitantes de San Juan lograron convertir una iglesia católica tradicional en un templo único. La mezcla entre la cultura maya y la religión católica resultó en una serie de rituales sincretistas que no pueden ser vistos en ningún otro rincón del mundo.
De acuerdo con nuestro guía, los indígenas vieron a San Juan Bautista con un chaleco de borrego banco y fue él quien pidió la realización de sus rituales- No hay bancas, las personas rezan, piden o agradecen entre ramas de pino.
Con base en la enfermedad que padezcan o la razón que tengan para agradecer, el curandero del pueblo les sugiere el número tamaño y color de velas que deberán prender pues hay una gran variedad de ella. Si la enfermedad es muy grave, se recetan limpias con huevos e incluso con gallinas. Hay mayordomos que se encargan de vestir, rezar y cuidar a los santos que están en el templo. Las mayordomías son un gran orgullo para el pueblo y representan una gran responsabilidad. La vibra del lugar es especial y a mí me pareció fascinante.
Al salir de la iglesia, muchas personas se acercaron a vendernos todos los productos artesanales de la región. Todo era muy bonito mas hay un punto en donde es atosigante la insistencia. Nos subimos al coche y no podía creer lo que había visto. Me encantó la experiencia que vivi y la convivencia de las dos a este país. Creo que es un lugar que todos deberían de visitar ara entender un poco más la sociedad mexicana.